15 agosto 2010

La 5 Oriente - Nº 3

Editorial

Talca es una de las ciudades mas futbolizadas de Chile. Es cosa de recorrer los fines de semana los distintos escenarios deportivos que muchas veces se los quisiera un equipo profesional, en cuanto al entusiasmo y a la calidad del espectáculo me refiero. Sin embargo, para muchos el futbol amateur no es más que la excusa para juntarse el fin de semana a disfrutar de un asado y “tomar” hasta el cansancio. Si lo miramos en forma superficial en muchos casos tienen razón, pero el futbol amateur es mucho mas que eso, de hecho de allí han surgido los grandes valores deportivos que todos aplauden, como el Chupete Suazo, Gary Medel, Celia Punk y muchos más. Como también en el fútbol de barrio hay grandes promesas de los que no pudieron llegar arriba por discriminación, falta de visión de los encargados en la detección de talentos o porque no tuvieron el mejor padrino que los encaminara hacia el éxito.

El futbol amateur es mucho más que eso en todo caso. En las canchas de barrio se viven pasiones, encuentros y desencuentros, que le dan un sabor distinto a los fines de semana.

El futbol mirado desde esta perspectiva es una de las pocas actividades recreativas de carácter masivo que sirve de catalizador de tensiones y frustraciones acumuladas durante la semana laboral. Logra que la gente se junte, abandone el encierro de la televisión y los libera del consumismo impuesto por los Malls. Los que practican este deporte en los barrios se identifican y tejen sueños por su institución y a la vez logran emocionar y hacer soñar a sus seguidores. Pero lo más importante es que la gente se aprende a conocer; se generan relaciones sociales estables y para muchos, significa la única instancia real de distracción los fines de semanas, por el bajo costo que esto significa.
Por otro lado, no hay que dejar de lado la importancia del deporte amateur en la salud de las personas, la que mejora y se alarga considerablemente en la medida que la práctica sea permanente.

Los que somos peloteros hablamos de futbol todo el año y en todo momento estamos siempre disponibles para que esta actividad perdure en el tiempo.

Hasta hace poco todo el mundo hablaba de fútbol. Es que estábamos con el mundial encima y los medios de comunicación, tiendas y marcas comerciales lo transformaron en una buena oportunidad para estrujar aun más al enajenado trabajador que se endeuda hasta la tusa para adquirir LCDs, camisetas y todo lo que se les ofreció para la ocasión. Fue una locura colectiva que dejó muy mal parado al jaguar de Sudamérica, más aún cuando algunos previsores, y aprovechando la locura post-terremoto, se proveyeron de los “insumos más básicos”, como televisores gigantes para ver el gran espectáculo mediático futbolero… y les salió gratis.

El mundial pasó sin pena ni gloria. Nuestra selección llegó hasta donde era esperable. No se vieron grandes partidos y la copa se quedó con el equipo que más hizo por dignificar el espectáculo. Me refiero a España, que mostraron un gran nivel futbolístico, como así también nuestros hermanos uruguayos. Lo demás fue una decepción generalizada. Eso si, doña FIFA sigue engrandeciendo su patrimonio a costa de lo que usted ya sabe.

Ahora que pasó el maremoto futbolero mundial volvemos nuestra mirada a las canchas de barrio (y de barro), donde nuestros clubes tratan de retomar su empresa, gracias a los restos de entusiasmo que quedaron en los fanáticos, la emoción, los sueños, y sobre todo convivencia que nos hace un poquito mejores cada uno de los fines de semana del año. Eso si, sin tele, sin campañas publicitarios y sin plata.

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