20 octubre 2007

Conclusiones para un Seminario – ‘La Participación’ en el subsector de Historia y Ciencias Sociales

Natalia Villafranca y César Maureira

El actual escenario educativo en América latina se encuentra cruzado por las demandas de un proceso de cambio vertiginoso en materia de innovación tecnológica y productiva. Lo anterior generaría cambios importantes en las formas de producir, trabajar y vivir en sociedad.

En este sentido, la escuela adquiere un rol fundamental en cuanto herramienta a partir de la cual, organismos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la CEPAL diseñan políticas tendientes a asegurar los equilibrios macroeconómicos, la cohesión social y la estabilidad en el crecimiento, a partir de la noción de integrarse a lo nuevos requerimientos y demandas del modelo económico en un plano de “igualdad”, sin embargo, ¿a que alude este concepto de igualdad?, por otra parte ¿Cuál es el rol y la participación de los ciudadanos en la definición de estas políticas?, y por ultimo ¿Cuál es rol que le compete a la educación en este sentido?

El análisis que nosotros hacemos al respecto nos permite concluir que la condición de igualdad más que referirse a una distribución equitativa de los beneficios que este desarrollo tecnológico y esta innovación permanente en cuanto a conocimientos y formas de comunicarse indudablemente trae para algunos, se refiere a una igualdad de condiciones en la integración y la competencia, y para competir no precisamente al nivel que lo hacen las grandes empresas transnacionales por el control de los mercados que se van abriendo, sino que para competir con otros iguales por los escasos puestos de trabajo que van quedando, y por los residuos de desarrollo y bienestar que esta revolución tecnológica y del conocimiento va dejando para las grandes mayorías.

Los ciudadanos por su parte tienden a ser vistos, como diría Jacques Delors, como agentes de progreso, los cuales en las visiones mas optimistas, identificadas con perspectivas de desarrollo auto sustentable, deben tener la capacidad de adaptarse a los cambios sin negarse a si mismos y de formarse en el desarrollo de una cultura personal. Estos agentes de progreso en su condición de ciudadanos deben, al igual que en materia laboral por ejemplo, ser flexibles y tolerantes a los cambios, y deben también ser flexibles y tolerantes ante formas de hacer política y de tomar decisiones que no siempre los contemplan, y en las cuales son involucrados muchas veces como destinatarios, sin ser consultados. Los espacios que se abren para la decisión y participación de todos, son espacios en general fuertemente controlados bajo condiciones, lineamientos y políticas previamente definidas, como ocurre por ejemplo con las reformas educativas y en un nivel mas micro, con las decisiones pedagógicas al interior del aula.

El rol que adquiere la escuela en este escenario entonces es precisamente el de formar a estos agentes de progreso a partir del desarrollo de capacidades, habilidades y destrezas que les permitan desenvolverse de manera eficiente y coherente en este escenario. De ahí también deriva, nuestro entender, la preocupación por la calidad de los aprendizajes, y por el desarrollo de destrezas culturales de nuevo tipo, como dirían Cristian Cox y Juan Eduardo García Huidobro, destacando dentro de estas el desarrollo de la iniciativa personal, la capacidad de trabajar en equipo, de innovar y de adaptarse al cambio. Los individuos por tanto pasan a ser entendidos como factores productivos y como recurso para el desarrollo; al respecto que mas evidente que el proceso de reforma curricular desarrollado para la educación técnico profesional, en donde la participación de empresarios y representantes del mundo productivo será mucho mayor que el de alumnos y profesores, por poner un ejemplo.

Por otra parte, la reforma curricular, integrará la formación en valores y códigos éticos los cuales se definirán, en el marco de un proceso de transición democrática, a partir de negociaciones y pactos entre personas e instituciones representantes de los principales y más poderosos intereses del país.

La escuela pasa de esta manera a ser reformada a partir de criterios de descentralización, que inspirados en la lógica costo-beneficio, traerán nuevos modelos de gestión, mucho mas competitivos, con una competencia que irá desde un nivel macro, recursos entregados vía proyectos y asignaciones institucionales, a un nivel micro, premios y remuneraciones destinadas a profesores, funcionarios y numero de alumnos.

Específicamente respecto al enfoque sobre participación desarrollado en el currículo de Historia y Ciencias Sociales, e implementado a partir de programas y textos de Estudio, podemos decir entonces que los pilares que darían forma y legitimidad a esta convivencia democrática en transición serían la participación, la solidaridad, y el respeto, entendido, supuestamente, como un acto de mutuo reconocimiento, aceptación y valoración.



El sector de Historia y Ciencias Sociales tiene el propósito de desarrollar en los estudiantes conocimientos, habilidades y disposiciones que les permitan valorar la democracia y formarse como ciudadanos responsables para desenvolverse en ella. Pero, aunque en la teoría la noción de participación llenaría cada uno de los espacios en la sociedad, y debería representar, mediante distintos tipos de organización, a cada una de las personas que la conforman, ello no necesariamente se vería plasmado en la implementación del currículum.

Pareciera que el ciudadano responsable que pretende formar el Estado, en el proceso de implementación de las políticas educativas diseñadas para América Latina, ya sea por lo expresado en Programas y más aún en los Textos de Estudio, sería la persona que en su adolescencia sólo participara de manera directa o indirecta en la directiva de curso o en el centro de alumnos, y que al cumplir los 18 años se inscribe en los registros electorales para votar por alguna de las alianzas o coaliciones político partidistas existentes -.el actual sistema binominal no deja otra opción-, y que además pudiera participar de su Junta de Vecinos desarrollando proyectos tales como ‘pavimentando juntos’ o ‘hermoseando la plaza’.

Es por lo anterior, y por el enfoque dado a los aprendizajes en el programa que nos preguntarnos: Si los jóvenes no se están inscribiendo en los registros electorales, ¿por qué se da tanto ahínco al sistema electoral vigente? ¿Por qué la importancia dada a los partidos políticos, si estos (según encuestas entregadas por los mismos textos de estudio) están tan mal evaluados? ¿Por qué entonces no dar énfasis a otros formas de organizar la sociedad o a otras formas de participación, igual o más democráticas y participativas que las actuales?

Creemos necesario, que para desarrollar algunos de los objetivos formulados desde el Programa en materia de participación política y ciudadana, especialmente aquellos que hablan de entenderse a ellos mismos como parte de una comunidad local, regional y nacional (entre comillas nacional, en vista de la creciente transnacionalización de la economía y la política), habría que analizar la política como una dimensión esencial de la vida en sociedad; valorar la importancia de la participación política como una forma de definir los fines a los que se encamina la sociedad y los medios que utiliza para alcanzar dichos fines; y valorar la organización como vía para hacer frente a los problemas de la comunidad, no basta sólo con la operacionalizacion de contenidos y procedimientos, de la forma en como lo hacen los Textos de Estudio, al menos los revisados en este trabajo, en donde los aprendizajes están enfocados principalmente a los ámbitos institucionales de lo que implica ser un ciudadano responsable, sino que, creemos, estos aprendizajes y las formas de conseguirlos deben ir más allá. La participación escolar no debiera por tanto limitarse a los ámbitos formales establecidos por el estado o el mercado. Los aprendizajes en cambio, debieran estar dirigidos también a prácticas ciudadanas de participación activa, siendo fundamental en este sentido, el trabajo y la interacción con distintos grupos, organizaciones y personas que planteen y pongan en práctica distintas formas de participar y hacer política, pensando incluso en otras formas de hacer gobierno y democracia.

Entendemos que ello resulta difícil en el marco de una educación escolarizada, que se caracteriza mucho más por el desarrollo de prácticas de disciplinamiento social, político, cultural, estético y conductual que por la implementación de prácticas de autonomía y emancipación. El tipo de ciudadanía que se impulsa desde las instituciones escolares, es una ciudadanía de carácter asistido y tutelado, controlado, predefinido; y si bien se permite y se dice impulsar la creatividad, la libertad y el pensamiento critico, ello solo puede ocurrir dentro de los márgenes y espacios predefinidos.

Creemos que la tarea de definir los fines, propósitos y formas que debe asumir la educación, la participación y el ejercicio democrático, debe estar en manos de los sujetos, quienes a partir del conocimiento de su historia, el ejercicio de su memoria y la construcción permanente de identidad y sentido social sean capaces de ir generando espacios de ruptura y quiebre respecto a un orden social y político diseñado para ellos pero sin ellos. Espacios de ruptura que pueden ir generándose tanto en la escuela, como en la academia, la familia, el trabajo, o la calle.

Descarga aquí el Seminario completo: seminario.pdf