12 abril 2010

La Cinco Oriente


Al parecer el terremoto nos removió la alfombra y nos dejo al descubierto. No éramos un país ten desarrollado como pensábamos, es más, quedamos lejos de clasificar entre los grandes países del mundo. Junto con las casas derrumbadas, los sistemas de incomunicación y una histeria colectiva digna del fin del mundo, se nos vino abajo una gran cantidad de certezas que eran la base de nuestra tan recurrida alusión a ser los Jaguares de América del sur. Un país sísmico como el nuestro demostró no contar con ningún sistema de alerta efectivo, de una alerta rápida para enfrentar emergencias. Llega a ser patética la discusión hasta hoy en día entre el SHOA y la ONEMI. Los errores cometidos y la falta de previsión son de principiantes; como si nunca hubiésemos enfrentado un desastre natural en nuestra historia. La falta de reacción efectiva y rápida de los organismos encargados fue deplorable y lo peor es que costó vidas hermanas evitables, como los que sucumbieron frente al maremoto. Punto aparte fue la reacción del ciudadano común, frente al desastre; asomó lo peor y lo mejor de nuestra sociedad. Lo peor fue el individualismo y egoísmo demostrado por muchos que quisieron y quieren hasta ahora sacar provecho de la desgracia ocurrida a través de los saqueos de artículos suntuarios no indispensables para sobrevivir, cometidos la mayoría de las veces por gente sin grandes necesidades, incluso profesionales, que estaban mas preocupados de satisfacer sus apetitos consumistas que de ayudar a los que estaban en absoluto desamparo.
De igual forma es detestable la actitud que tuvieron los principales lideres del nuevo gobierno que en las primeras horas del cataclismo se dedicaron a polemizar con el gobierno saliente cuando miles de personas lo único que requerían eran rápidas acciones para subsistir.

Mas patética aun se muestra la famosa Teletón, que faranduliza la catástrofe como si fuera un gran evento que no hay que dejar pasar para mostrar a sus figuras y por supuesto a los grandes empresarios que donan (o devuelven) siempre pensando en lo que va a retornar, ya sea por publicidad o por la ley de donaciones que los exime de cierta cantidad de impuestos.

Lo bueno que asoma, al parecer, corresponde a la escasa reserva moral que atesoramos los chilenos. Fueron aquellos personajes públicos (locutores de radios) y anónimos que se organizaron desde el primer instante para ir en socorro de los miles que estaban llamando por ayuda. Fuimos testigos de cómo estudiantes, voluntarios, socorristas, organizaciones sociales, clubes deportivos y agrupaciones de barrio informales se organizaron y se entregaron a la difícil tarea de llegar a los distintos lugares donde la naturaleza había castigado.

En todo caso bien claro nos queda que de vez en cuando hay que limpiar bajo la alfombra y así lograr barrer todos aquellos elementos indeseados, aislarlos y dejar espacio a lo mejor de lo nuestro, LA SOLIDARIDAD.


9 Oriente, Talca Centro

TERREMOTO SOCIAL EN TALCA


Es muy probable que ninguno de los que ese 27 de Febrero comentaba una de las más desafortunadas actuaciones de Mauricio Redoles en Talca, hubiera siquiera imaginado que nuestra ciudad ya nunca mas seria la misma después de esos dos minutos y algo, que para todos, fueron interminables, y nos cambio la vida en lo personal, en nuestras rutinas y también en la convivencia colectiva. Desaparecieron barrios históricos, tiendas y restoranes clásicos, y como si fuera poco a muchos comienza a invadir la incertidumbre laboral. Nuevamente aparece el egoísmo irracional de algunos empresarios que aplican sin asco el artículo 159 del código laboral que los exime del pago de indemnizaciones a sus trabajadores muchas veces sin que los daños sufridos por sus empresas lo justifique.

Sin trabajo y sin casa la cosa se pone difícil, asistimos nuevamente al espectáculo triste en que los que tienen menos son los que mas sufren por todo tipo de catástrofes.

La mayoría de las viviendas destruidas pertenecían a gente de pocos recursos, muchos de la tercera edad y gente que rentaba para sobrevivir. Obviamente si hubiesen tenido mayores ingresos sus casas hubieran resistido de mejor forma, previa remodelación de sus gastadas estructuras de adobe.
Lo mas probable es que algunos logren levantar una nueva vivienda definitiva, pero se percibe que la mayoría no le quedara otra que esperar por la apetecida Mediagua ofrecida por el gobierno u otros organismos solidarios. Y por ultimo, no pocos venderán sus terrenos a las siempre benefactoras inmobiliarias o especuladores que asoman como la salvación de los que perdieron todo, y se conformaran con lo necesario para adquirir una pequeña vivienda donde cobijarse antes de que los pille el invierno en plena intemperie.

Es probable que sus nuevas moradas se trasladarán a los límites de Talca, lejos de donde nacieron, crecieron y se desarrollaron junto al entorno familiar y barrios donde cultivaron múltiples afectos. Muchos ya no volverán a ver a sus vecinos. Les cambió la vida por el resto de sus días.

Sólo quedará el recuerdo de días de tristezas, tal como nos sucederá a los que tratamos de escuchar esa noche a Redolés en medio de esa infernal amplificación, que al parecer, era el preludio de lo que vendría minutos mas tarde.

Talca ya no será la misma, nosotros tampoco y lo mas probable es que el autor de “quien mató a Gaete” no vuelva más a esta ciudad, “NO SE SABE COMPAÑERO” si por la pésima amplificación o por miedo a un nuevo terremoto.